Programa subvencionado por la Consejería de Salud y Consumo, Junta de Andalucía. Convocatoria 2.023

El alcohol es una droga depresora del Sistema Nervioso Central (S.N.C) que inhibe progresivamente las funciones cerebrales, siendo la sustancia psicoactiva más extendida entre la población de 15 a 64 años en España. Vivimos en una sociedad en la que el consumo de alcohol está tan socializado que se considera que es algo natural lo que, indudablemente, está lejos de la realidad, de hecho, una de las principales dificultades en el abordaje de la enfermedad alcohólica es que su consumo sea legal, aceptado y valorado socialmente en nuestra cultura. Además, se asocia, de manera errónea a un factor de «integración social y favorecedor de la convivencia», siendo una bebida embriagante que, consumida con moderación y en los contextos permitidos, reduce la tensión, desinhibe y provoca sensaciones de bienestar. Los/as consumidores/as de alcohol, en general, disfrutan de las bebidas por esos efectos placenteros y aprecian diferentes calidades de bebidas pero, desafortunadamente, otra proporción de individuos presentan problemas en su salud y en sus relaciones interpersonales a causa del consumo inmoderado y abusivo de alcohol.

El consumo de alcohol se ha convertido en un HÁBITO, forma parte de los llamados estilos de vida, y está culturalmente aceptado en la mayoría de los países occidentales. Por tanto, no es sólo un comportamiento individual, sino que se encuentra fuertemente influenciado por normas sociales y por el contexto socioeconómico y cultural en el que vivimos. Cambios en estos contextos se acompañan de cambios en el uso/abuso de alcohol. Uno de ellos, es la incorporación generalizada de los y las adolescentes y jóvenes en el consumo de esta sustancia, presentando hoy unas características propias que han generado una «cultura del consumo de alcohol» diferenciada del consumo tradicional. Progresivamente se va consolidando un patrón juvenil, caracterizado por ser el fin de semana y su papel fundamental como articulador del ocio y de las relaciones sociales de adolescentes y jóvenes. La problemática se centra en que su forma de beber tiene que ver con sus estilos de vida y su manera de divertirse, con su manera de estar y de proyectarse en el mundo. De hecho, es alta la prevalencia del alcoholismo en la población juvenil, ya que ésta tiene la sensación de que emborracharse una vez al mes no supone un problema de salud, considerando que son mayores a edades cada vez más tempranas.

A partir de esta introducción, la Asociación ARCHI considera totalmente necesario e indispensable, desarrollar el Programa de Prevención de las Drogodependencias «CÓMO DECIR NO», como medida de ayuda y cooperación ante la delicada situación que atraviesan familias y colectivos desfavorecidos y aquejados por la dependencia alcohólica y la politoxicomanía y, a su vez, como recurso preventivo en el consumo de sustancias adictivas, a partir de la creación de hábitos saludables entre los/as más jóvenes de nuestro entorno más inmediato, obviando el recurso al consumo de drogas y concienciándolos/as sobre la necesidad de alternativas de ocio/tiempo libre más saludable.

Se imparten sesiones formativas de prevención de las adicciones en los Institutos de Secundaria de Chiclana de la Frontera, destinadas a alumnos/as de 12 a 16 años de edad, entre 1º y 4º de E.S.O, en las que lo principal es trabajar el concepto de PRESIÓN GRUPAL.

Este concepto se define como la influencia positiva o negativa que sobre un/a adolescente ejercen los otros/as adolescentes que conforman su círculo de amigos/as, para que éste/a actúe según lo que piensa la mayoría. Y es que, la TENDENCIA GRUPAL, es una de las características de la etapa adolescente, manifestada por la necesidad de ser aceptado y pertenecer a un grupo de pares que lo refuerce en la búsqueda de su identidad adolescente.

La presión de grupo es uno de los factores más importantes que determinan la conducta del adolescente. Cuando la presión es NEGATIVA, favorece conductas de alto riesgo, lo que puede ser la causa de daños temporales o permanentes a la salud. Por ejemplo:

  • Fomentar la actividad sexual temprana en la adolescente, que sólo por imitar a sus amigas, se inicia sexualmente.
  • Exigir al adolescente que desea pertenecer a un grupo, que debe consumir droga para ser aceptado/a.
  • Involucrar a un/a adolescente en actos delictivos, sólo por complacer a la mayoría y demostrar que tiene «valor».

Es importante concienciar sobre la importancia de escoger pertenecer a un grupo de conducta sana que favorezca e impulse aspectos positivos y contribuya a un desarrollo personal saludable en el aspecto físico, psicológico y social.

Algunas consecuencias de la PRESIÓN GRUPAL:

  • NEGATIVAS: – Adicciones (fumar, beber alcohol…), – Tener sexo sin prevención (embarazo adolescente no deseado, enfermedades de transmisión sexual…), – Hacer dietas excesivas (desórdenes alimenticios), – Comer alimentos poco saludables (obesidad), – No esforzarse en el Centro Educativo (notas bajas), – Rebelarse contra la autoridad y romper las reglas (implicación criminal), – De manera sutil, adoptar malos hábitos en un esfuerzo por encajar o lucir bien.
  • POSITIVAS: – Aprender las normas sociales de sus pares, – Chicos/as con inadaptación social, aprenden cómo encajar y comunicarse bien con los demás al observar y emular a otros adolescentes, – Adolescentes seguros de sí mismo («mentores positivos»), dan buen ejemplo a los demás.

En definitiva, un grupo de pares positivo, en el que el/la adolescente encaje bien, puede subir su autoestima y prevenir que se involucre en comportamientos dañinos y arriesgados.